martes, 18 de marzo de 2008

AÚN ESTOY ENFERMA DE MISANTROPÍA CONVULSA

¡Auxilio! Recientemente me enferme de una especie de misantropía convulsa. Hay muchos acontecimientos que en estos días me llagan y enumerarlos sería probablemente ocioso para el ánimo de quien esto lee.

El punto clave llego el jueves pasado, cuando de pronto nos avisan a un grupo de amigos muy cercanos que Dennise murió. Murió pálida y alegre, diva e inteligente, murió con cáncer y con sus magníficos dotes en la actuación, murió como activista transexual y elegante mujer, pero murió tal vez desconfiada y triste de no saber de muchos de sus amigos, sino hasta el día de su funeral.
Y no he de ser políticamente correcta con el mundo, menos aún lo seré conmigo. Y cuando digo que de pronto estoy enferma con el mundo, me refiero al enojo con mi micro mundo, con la parte de mi abundante cobardía, del miedo y de la basura de la enajenación ¿Qué si soy valiente al reconocerlo? Eso ahora poco importa, porque Dennise está muerta y mi garganta podrida y no fui capaz de acompañarla en sus últimos días aciagos, no fui capaz de buscar aunque tuviera o no sentido -mil elementos que cultivaran su esperanza-, no fui capaz de mirarla y estar con ella en esos últimos días y reír y platicar del mundo y las infancias, del teatro y los besos alegres. Solo estuve ya cuando su hippioso conjunto blanco y su sonrisa tenue y sus manos hermosas se estaban despidiendo del mundo.

No fui capaz ¡carajo! de decirle a su madre que el nombre que apareció en su urna, no era el de mi amiga Faviela Dennise Montiel, era de una persona que no conocimos, no pude en medio de la tristeza suplicar que la respetaran, no fui capaz de envolverme entre el humo que candente salía del crematorio y danzar con las cenizas de una mujer valiente y mariposa, paloma y luna entera. Siempre fuiste luna hermosa Dennise.

Y… ¿Qué puedo decir del mundo que ronda estos días? Un mundo ruidoso que no escucha, un mundo parece de complicidad y de un silencio que ronda los sepulcros. ¿Qué pasa por ejemplo cuando hay una noticia violenta –la cual se da cada ocho segundos en el planeta- y las personas nos enteramos? ¡Uf! Lo más sencillo es ignorar o dar un suspirito de impotencia, si acaso una charla breve sobre el tema y… la vida sigue ¿no? Que grande es el mundo y a veces como nos aplasta.

Precisamente el jueves, el taxista que transportaba mis carnitas hacia el destino, venia aderezando su monologo con alusiones sexistas, homófobas y con la tristeza como trigo despedazado, no fui capaz de hacer nada. Soy una patética luna rota.

Y en la calle, entre risas y el paso apresurado hay violencia de todos los niveles y en todas las formas, hay desprecio, hay risas que como bien -dice Bergson-, muchas veces apuntan a la burla, hay un escupitin de palabras que rompen, censuran, juegan al escarnio, a ese cotidiano ya torrente de descalificaciones diversas.

Dennise era actriz, bisexual, vegetariana, mujer transexual, activista, soñadora irredenta, delgada y sutil con dotes de diva y era tantas y tantas personas como humana libre, humana risueña, humana últimamente muy enamorada.

Tal vez para el mundo era mucha su singularidad, era demasiado cáncer para el sueño aún de una moral victoriana para los “decentes”.

Pero ¿entonces? Si soy migrante, indígena, transgenero, minera, trabajadora domestica, obesa, homosexual, campesina, flaquísima, zapatista, bisexual, negra, palestina, transexual, poliamorosa, trabajadora sexual, si sencillamente no encuadro con lo que se espera de mi, de nosotres ¿Cuál es el camino, que sigue? Hace unos días despidieron a un profesor en el Estado de México por apoyar una campaña contra la discriminació n, o el 27 de febrero en Tampico; fue reprimido un modesto plantón por 40 patrullas y 150 uniformados de la policía metropolitana de Tampico Tamps; dicho plantón estaba en pie de lucha por ser una zona de reserva ecológica, rica en manglares; o bien durante diciembre de 2007 y enero de 2008, el pseudo organismo de “derechos humanos del Distrito Federal” recibió y eso es lo menos de lo visible y lo invisible diez quejas sobre violaciones a los derechos humanos de transexuales, o apenas en Guerrero y en Veracruz asesinaron con una brutalidad a varios humanos por el hecho de ser homosexuales o en cada vagón de metro se sube un chaval para aventarse sobre vidrios que le rompen en pedacitos sus luciérnagas, sus ganas, su próximo mundo, y etc, etc, las noticias no cesan mientras Dennise sigue muerta y el mundo es demasiado grande que a veces aplasta.
Hoy moriré un rato e intentaré parlar con Dennise para preguntarle como son los venados y las sandias en ese mundo nuevo, o preguntarle si –efectivamente- todo acabo y solo hay espectros de ceniza, sin metafísica, ni esperanza.

Y en un rato más tarde, lidiare con mis miedos, con mi brutal cobardía y le pediré perdón, y veré si lo podrido puede “sanar” y lo roto puede “renacer” y lo triste puede comerse con algondocillos de dulce, melancolía y más tristeza, pues ahora, ésta me ha poseído y me deja ver una sola parte del mundo, que tal vez, mañana creeré que no es el mundo, sino fragmentos, fractales chiquitos de un espacio que por ahora siento plagado de egoísmo, sordera, palmaditas en la espalda y un ¡échale ganas! Apresurado y sin ojos, una risa sardónica que quema las frutas y hace muecas.
No quiero muecas Denisse, ahora que estas desde otros lares del mundo, por favor, sonríenos y enséñanos otra vez el ritual de la lagrima abierta, de la risa franca, todavía esta misantropía no me hace ciega para creer, aferrarme a las ganas de que si es posible la solidaridad, la colectividad, el trabajo conjunto, la resistencia, la lucha contra la enajenación y otra vez los 500 etcéteras, he de alimentarme creyendo que si nos enseñas, seguramente aprenderemos.

Quero empezar con mi cuerpo roto, hoy me odio, también los odio un poquito a ellos, pero en un ratito, volveré a amar, tal vez a amarme y ojala a sonreír.
Con dolor, una muy leve risa y mucho llanto. In memoriam: Faviela Dennise Montiel

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen escrito!
Felicidades...

Marina dijo...

Conocía a Faviela Denisse y conocí a quien dejo de existir para ser ella: a Flavio Montiel. Desde que se fue, tengo un hueco por no haberla visto.
Gracias por tu texto que me ha hecho recordarla y tener opoprtunidad de mandarle un beso desde aqui.

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