Dicen que el amor está
sobrevalorado, no me parece que sí, si es que se sigue enarbolando como un
estandarte que lo salva todo, me parece que no, si es un ingrediente que
conforma una relación, un modo consensuado de estar, amar al otrx.
Haces una afirmación contundente pero llena de aristas: Hablas de amor y cuando no hay
más que decir, repites como mantram el “te
amo” al infinitum. Hoy te hago un canje, sencillito pero vital.
Un menos te amo y un poco más de
solidaridad, de esa de camaradas… de esa que cuando el silencio no alcanza y nos
desespera la incertidumbre, un abrazo cobija, un oído abierto, asertivo, hace
la diferencia.
Un menos te amo y sólo un poco de
paciencia. Mi personalidad es desesperante, la ambivalencia es un poco más,
pero en muchos idiomas, modos y manos sudadas te he pedido que no huyas (y sí
si sé que la que se va de los restaurantes a media platica soy yo) pero no
evadas, no enfurezcas. Tienes sí, todo el derecho de hacerlo, pero tirar las
naves, y después decir un te amo, me deja en total indefensión.
Un te amo menos y una rayita
también menos a la suposición. No hemos
hablado siquiera y tienes la espada desenvainada, el corazón afilado y ya mis
gestos son una amenaza, y repito lo que ya muchas veces a los bosques y a ti he
repetido como letanía, no te miro como un enemigo, ni te odio y/o desprecio. Con
letras mayúsculas tengo un traje de tristeza y se ha convertido en una lapa que
probablemente potencializa mi egoísmo, mi desazón, nuestra lejanía.
Un más te amo y un menos egoísmo.
Eso me hubiese gustado cuando recién te enamoraste y antes de que el te amo múltiple que ahora te habita, te
hubiese permitido escuchar, y no caminar
a tropel, solo con tripas sino con un poco de conciencia. ¿Dónde quedo la
amistad y la cofradía? ¿Cómo poder hablar de cómo nos sentimos y cómo vamos
caminando si ya la disposición es estar a la defensiva y tan entusiasmado con
los nuevos ojos que todo se mide desde ahí?
Celebro que tu compañera sea tan
comprensiva, abierta, pero mi egoísmo, tú egoísmo es tan otro.
Yo también te amo, pero no será la palabra mágica que nos
haga comer la panacea, todos estos años, toda la vida compartida nos han
permitido saberlo y ahora estoy clara que es un ingrediente que batido, sólo
arrojado a nuestra vida, y no conjuntado con intimidad, amistad, comprensión,
respeto y mucha, mucha comunicación, queda perdido entre mucho dolor.
Hoy estoy así, dolorosa, triste.
Cada quien hace lo que puede, con
lo que se puede, como puede.
¿Cuál es el canje que me haces
tú?
¿Podremos siquiera volver a
mirarnos?
DIANA
MARINA NERI ARRIAGA