De pronto el tiempo me toma y me avisa presuroso que ya es Abril.
Y solo se decir: Miedo.
Miedo como alimento de la entraña
que permite tomar el tesito de la mañana.
…Un alipuz caliente del que se desprenden
funerales y nuevas destrucciones a la sonrisa
de quien resiste a sus faustos de fragancia oscura.
¿Me permites la guadaña para sangrar un poco las manos
que hoy solo respiran breves destrezas de tormentas de fuego?
Me urge desterrar esos dramas chiquitos que vuelven al jazz solo un tarareo de notas desafinadas,
tristemente –lugar común-.
Por ello, otra vez miedo,
pero ahora es a las manos sin dedos,
a los dedos con vómito revuelto de pus de uñas.
Te has convertido en lápiz que desliza ganas y pasos…
Eres una tinta que se extiende por mi cuerpo guayaba, cuerpo jazmín, cuerpo deliciosa mierda, senos al cielo, goce de tarde, desvelo de esperanzas…
Y en el tránsito del éxtasis, se atraviesa otra vez –travieso e irredento- ese miedo que ahora se dedica a hurgar el coño caliente, las venas que te llaman.
¿Morir de miedo en el camino de volverse
boca bruja que mira la profundidad imaginaria de tu cabello?
Muérdeme, te ofrendo mi noche abierta para ser devorada,
apetito de saberte como fruta, como orgasmo.
Diana Marina Neri Arriaga.
