
LA ENANA
Muy tarde comprendí que uno no sólo no crece más, sino que se encoge, no de hombros, sino de todo. Alguien que no me había visto cierto tiempo me dijo: —Pensé que eras mucho más alta. Después, empecé a tener que ponerme en puntas de pie para asir cosas que antes tomaba normalmente. Ahora vivo en el respiradero del zócalo. Ver el mundo de abajo. Cómo alcanzar, las nubes, la mesa, lo esquivo de su boca.
LUISA FUTORANSKI
No hay comentarios:
Publicar un comentario