La mujer del piano
DIANA MARINA NERI ARRIAGA.
Soy una perdida irredenta: mi único silencio ha sido la muerte.
Mi riqueza será tu esperanza abierta de piernas, la boca expuesta, el coño y su piano.
Mi única tristeza, la tristeza toda.
Grito siempre al viento y su eco me revuelve las manchas de sangre;
pero no entiendo porqué grito y sigo cantando…
le canto a los que dejaron el miedo olvidado, y aún tienen miedo
a los que se han enmarañado de vida, sembrando Príapo, conociendo el dolor del sueño, enamorándose de las comisuras, del sudor expuesto.
A los que no se satisfacen nunca, ni tienen precio alguno.
A quien se coge a las palabras y después las vomita plagadas de espinas o de nubes,
a quienes cabalgan en el tiempo y no desaparecen nunca.
Pregúntale al poeta si compra la tierra, si trafica el aire, si negocia el sexo.
Pregúntale acaso, si el placer alcanza,
si el agua podrida y los senos marchitos.
Pregunta por todas las hendiduras que ya se cerraron.
Por la angustia olvidada y la estrechez de las calles
Y pregunta por la vida,
por mi lengua que ávida te imagina recorriendo la distancia del pan enmohecido
Ya no voy a llorar, mejor miro pornografía mientras toco el piano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario