viernes, 10 de abril de 2015

Los días pasan

Amo esa soledad, no desolada sino acompañada de mi.
Amo ese pasmo de mirar fijo por muchos muchos minutos, las plantas que cuido, o el pelo suavecito de mis compañeras gatas que maúllan y se acomodan sobre todo lo que hago.
Amo la guarida, no sólo la interna, vagina jugosa
sino los rojos y los amarillos entre los que me muevo
hogar chiquito
té de hierbabuena
polvo de segundo piso
libros y papeles por todos lados.
Aquí me amparo, aquí abrazo a Pizarnick y reivindico con ella el derecho a la tristeza (esa perplejidad del mutis y el suspiro largo) el derecho al rinconcito solitario.
¡Ah! que sabrosas las lágrimas de contenta, oximoron de mi vida.


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