domingo, 9 de mayo de 2010

¿El placer puede ser revolucionario?




¿El placer puede ser revolucionario?
Con Gioconda Belli, sí.

PRESENTA: Diana Marina Neri Arriaga.

Toda mi casa esta regada por mis poemas.
Me aparecen en la cocina, en el estudio,
en el dormitorio. Están extendidos a lo
largo de mi desorden, esparciendo su dulzura
por las horas tequiosas de la barrida y de
la arreglada de los cuartos, dándome ese
mensaje de que si hay algo vivo en mi,
de que mi vitalidad esta impregnada en
esos papeles donde he dejado el recuerdo
de estos momentos intensos en que yo
dejo de ser yo y me convierto en un poema[1].

Bajo pretexto de haber cumplido un año de que Gioconda Belli recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz 2008, que otorga la FIL y la Sogem, por su obra El infinito en la palma de la mano, pero más aún porque sus trazos pueden arropar la experiencia sensorial de la construcción femenina[2]/feminista, es que en tiempos de urgencias –me parece importante- compartir la obra poética de una escritora que destila revolución, rebeldía desde la cama, la palabra, calles y huelgas, poesía de acción cotidiana.
¿Existe una literatura femenina? Sin mantenernos al margen de tan amplia discusión, pero sí por el momento guardando una distancia es que me atrevo a proponer a Gioconda Bellí como una escritora de poesía feminista, no sé si con la militancia –a veces pareciera estricta- que exige tal vocación, sino con la fluidez de quien se sabe mujer, cuerpo y deseo, no en los estereotipos y marcajes culturales, sino en una cimentación sinuosa de libertades que ella misma rompe, retoma, regula y vuelve a trastocar[3].
La poesía latinoamericana escrita por mujeres ha tenido un vuelco importante a partir del siglo XX en lo que se refiere al posicionamiento de reconocerse como mujer que se resiste y trabaja contra el mentado papel histórico, y que este no es la herencia del carácter natural de ser mujer, sino de una construcción cultural cimentada en el orden hegemónico patriarcal imperante que puede tener nuevos resistencias, nuevas historias con importante espirales. De ahí que poetas como Alfonsina Storni (Argentina), Gabriela Mistral (Chile) y Juana de Ibarbourou (Uruguay) destacan como precursoras de la poesía feminista posterior[4]. En su momento, donde siquiera el discurso del feminismo había sido teorizado, ellas más allá de su vida, pero si con su obra e impostura denunciaron y criticaron la situación de las mujeres.
Llega la década de los sesentas y con ella, la contracultura en su apogeo, las revoluciones sociales, lúdicas y culturales, los planteamientos de la autonomía y contra el poder que se cierne en los cuerpos, están vivísimas y presentes las discusiones sobre el feminismo y el papel de las mujeres, donde entre tantísimos planteamientos destaca la discusión de lo público y lo privado, el placer y el derecho al cuerpo y al amor libre, además germinan en Latinoamérica las resistencias y lucha políticas, pero también las dictaduras y represiones.
Este es el contexto de nuestra autora, una mujer que con la Nicaragua que hay bajo su piel es volcánica, sísmica, y que desde 1970, incursiona en la poesía, escandalizando a la sociedad de entonces, que no entendía cómo una mujer casada hablara esas cosas de sexo y erotismo, a pesar de su marido. ¡Oh escándalo!
Sin embargo -Gioconda indómita- es un canto de árboles: guanacastes de mujeres rebeladas, ceibos de erotismo sobre los escritorios, almendros que renuncian al conformismo, robles que buscan hombres nuevos, jocotes y palmeras donde el cuerpo es para la Bellí, la carta astral en lenguaje cifrado.
Su obra es por supuesto prolija[5], específicamente en novela y poesía, además de una curiosa bitácora que ella sostiene cotidianamente y nos comparte a través de los espacios virtuales. Sus premios y reconocimientos son innumerables, pero para los devaneos de elogio mejor nos mesuramos y atendemos nuestro objetivo principal: Destacar la poesía feminista de Gioconda a través de los tres pilares que considero fundamentales en su obra, es decir, mujer, amor y erotismo. Categorías que no sobreviven per sé, sino son la conjugación además del compromiso ideológico y la lucha política, la afrenta contra el patriarcado y los convencionalismos sociales, además del nuevo modo de empoderarse con voz y cuerpo propio. Permíteme presentar sólo un asomo de la poesía de una nicaragüense erótica, feminista y revolucionaria.
LA GIOCONDA NO ES MONALISA, ES MUJER GOZOSA.

Que de tanto mirar y buscar el "Eterno Femenino" no se le desgaje la piel debajo de los ojos, dándole aspecto de viejo libidinoso, espiando a Susana en su baño solitario Sobre todo, que su totem majestuoso, no empiece a padecer súbitamente de pereza y se niegue a obedecer la mente, rehusándose erguirse cuando se le comanda, o venciéndose demasiado pronto cuando aún la gozosa intemporal no ha llegado siquiera al medio del camino. En fin, que recio de carnes, viril y erecto, mantenga siempre la pose del discóbolo desnudo aprestándose para el lanzamiento: la fría, irreal y eterna belleza de las estatuas[6].

Rebelarse y revelarse, rebelión y revelación van unidas siempre, como intuitiva y poéticamente lo destacó José Coronel Urtecho al presentar en febrero de 1974 el libro Sobre la Grama de Gioconda Belli, su primera producción poética donde se expresa y se reconoce como una mujer con capacidad de gozar, llena de energía y vitalidad. Es por decirlo, la primera definición que Gioconda hace de la mujer, a partir de una visión intimista, donde se reconoce humana/mujer a través de los latidos de la naturaleza, pues se afirma como naturaleza ella misma. Y al decir mujer, también canta amor, y abre los poros a la revolución y sus esperanzas.
.. Amo a las mujeres desde su piel que es la mía. A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas, a la que se levanta de noche para ver a su hijo que llora, a la que llora por un niño que se ha dormido para siempre, a la que lucha enardecida en las montañas, a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad, a la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas en la pancita caliente del comal, a la que camina con el peso de un ser en su vientre enorme y fecundo. A todas amo y me felicito por ser de su especie[7].

En una entrevista realizada en 1995 específicamente se le pregunta ¿Qué significa ser mujer y además escritora en Latinoamérica? Y esto es lo que responde:
Pienso que hay una carga emocional muy grande, hay una dosis de sufrimiento bastante grande en el hecho de ser mujer porque de alguna manera tienes que luchar con uñas y dientes por tu lugar en el mundo. Uno de los grandes problemas que hemos tenido las mujeres es asumir nuestro propio cuerpo. En este sentido soy una privilegiada, porque yo nunca me he sentido culpable, me he sentido rabiosa cuando he visto mis derechos pisoteados. No me he sentido víctima de los hombres, a los hombres machistas los compadezco. Nosotras las mujeres tenemos que tomar conciencia de nuestro poder, pero hasta ahora en Latinoamérica no lo hemos tomado de forma como yo recibí mi feminidad, que fue como un poder[8].
En la poética de nuestra nicaragüense las reflexiones que devienen de la carne y sus sentidos se insertan en los que algunos llaman el género testimonial que particularmente ha captado la imaginación de Latinoamérica, donde además siguiendo las hipótesis de los estudiosos en el campo, tal intimismo permite explicar en qué consiste la condición de ser latinoamericano. En esta labor y a partir de “su cuarto propio” es que se mira con detenimiento, se encuentra a sí misma, y se vuelve a buscar, todo a partir de una visión literaria femenina y el arrancar un tiempo que a las mujeres se les ha negado, por ello con ciertos resabios judeo-cristiano del sabor de la culpa es que dice:
Cómo será, me pregunto, no sentir incesantemente que uno debería ocupar varios espacios al mismo tiempo? No pensar, mientras se tumba uno con un libro, que se debería estar haciendo otra cosa. Asumir, como hacen los hombres, la importancia del tiempo que dedicamos al propio enriquecimiento. Las mujeres tenazmente sentimos que le estamos robando tiempo a alguien. Que quizás en ese preciso instante se nos requiere y no se cuenta con nosotras. Precisamos todo un entrenamiento para no borrarnos, minimizarnos, constantemente. ¡Ah! ¡Mujeres, compañeras mías! ¿Cuándo nos convenceremos de que fue sabio el gesto de extenderle a Adán la manzana[9]?
Su vida es una rica fuente de experiencias donde además el ser mujer y desenvolverse como tal es de sumo complejo, pues ha sobrepasado lo que de ella se espera; es poeta, activista, esposa y casi de manera inmediata incursiona en la política comenzando en las “grandes ligas”, pues se integró al Frente Sandinista, que para ese tiempo 1970, era una organización clandestina que buscaba organizar un movimiento armado que terminara con la dictadura somocista.
La gran aportación de la literatura testimonial, o de la literatura escrita como testimonio, además de explicar la condición de ser latinoamericano, permite subvertir, con la/s historia/s personal/es de testigos presenciales -reales o inventados- la "historia oficial" de la propaganda política contemporánea o la configurada por los textos canónicos de la tradición literaria[10].

Este carácter personal de su obra ha permitido entonces poner en relieve uno de los temas básicos del feminismo, el de lo público y lo privado, y dicho de otro modo: Lo personal es político. Y en la obra de Gioconda como la de las mujeres feministas de Latinoamérica a diferencia del feminismo norteamericano, trabaja en una reflexión directa sobre el cuerpo, la condición de sujeto mujer y todos los descubrimientos y cuestionamientos que esto conlleva, al mismo tiempo del placer y sus derechos.
De ahí que en la vida concreta, en lo más cercano, se crea política, y sea posible desnudar los componentes de poder que se juegan en la intimidad, no solo la política es sexuada sino el sexo es político, y en ese camino el sexo remite al género y por supuesto a la sexualidad; partimos de una relación sexuada donde se sostienen relaciones de poder y control que en el acto de la expresión continua –y aquí esta parte de la apuesta- se pueden desnudar, cuestionar, fisurar. En el canto de Gioconda y sin más aparente pretensión que la amorosa, la coloca diciendo en el poema El hombre que me ame:
(...)
II
El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
conque yo estaré al lado suyo.
III
El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.
IV
El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.
V
El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.
(…)
VIII
El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.
(…)
X
El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.

El modo aparentemente íntimo de actuar es resultado de una educación adquirida por todos los medios sociales posibles, es decir, el conjunto de los amigos, la escuela, los medios de comunicación, las enseñanza de papá y mamá y un largo etcétera, donde lo privado ya no resulta tal y viceversa, de ahí que vemos el proceso de una Gioconda nicaragüense que traspasa además el binomio represión/liberación externo, sino es un proceso también de la liberación de nuestras propias barricadas; por ello coherencia y unidad caracterizan su expresión poética.
La mujer nicaragüense jugó un importante papel en la liberación política de su país, pero, ante todo, su participación en la revolución sandinista como en el caso de Gioconda representó un movimiento de auto liberación, de búsqueda de su identidad; ella pertenece a la generación de poetas que crearon un estilo revolucionario de rompimiento con estructuras míticas y creación de otras, gestadas a través de su realidad social. Decidida a rescatar el lugar de la mujer, su obra plasma la incesante búsqueda de la identidad llamase femenina y/o humana y el encuentro con la conciencia social, a través de la actitud revolucionaria.
Mujer que se reconoce en el otro/a, se reflexiona cuerpo sujetado desde la alteridad como un discurso que sobreviene ilegitimo y que desde Gioconda se trabaja desde el cuerpo y la propia búsqueda acompañada de otras mujeres, otras voces, otras colectividades que crean nuevas revueltas.
En otra entrevista se le preguntó acerca del "feminismo". ¿Qué dices al respecto? Se le dijo ¿Qué es esto del feminismo? Y ésta es su respuesta:
Entiendo el feminismo como entiendo la lucha por la igualdad de todos los seres humanos. Las mujeres hemos tenido que tomar esa bandera porque en las aspiraciones de igualdad, desde la Revolución Francesa hasta la Bolchevique, no se consideraba la igualdad de las mujeres. No considero pues el feminismo como una lucha contra el hombre, sino como una lucha contra una organización social que margina a la mujer, la restringe al área doméstica y priva al mundo y a los espacios públicos de ese potencial enorme que reside en el 50% de la población. Mi literatura celebra la feminidad como una diferencia entre los sexos que enriquece la existencia. Intento reflejar a la mujer en un espejo donde se vea poderosa, llena de vida y dones. Intento quitar las sombras que, por siglos, han contribuido a desvalorizarla y hacerla sentir como ciudadana de segunda clase[11].

Y así caracteriza al feminismo[12], desde una óptica de complementación, el saberse mujer, el saberse hombre, el acompañarse en el camino. Su texto representativo en este sentido es:
Nueva tesis feminista
¿Cómo decirte
hombre
que no te necesito?
No puedo cantar a la liberación femenina
si no te canto
y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
No me gusta la gente que se engaña
diciendo que el amor no es necesario
-"témeles, yo le tiemblo"
Hay tanto nuevo que aprender,
hermosos cavernícolas que rescatar,
nuevas maneras de amar que aun no hemos inventado.
A nombre propio declaro
que me gusta saberme mujer
frente a un hombre que se sabe hombre,
que sé de ciencia cierta
que el amor
es mejor que las multi-vitaminas,
que la pareja humana
es el principio inevitable de la vida,
que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
lo amo
con todas sus debilidades
y me gusta compartir con su terquedad
todo este ancho mundo
donde ambos nos somos imprescindibles.
No quiero que me acusen de mujer tradicional
pero pueden acusarme
tantas como cuantas veces quieran
de mujer[13].

Saberse mujer ante otro que se sabe hombre, no juegos de alteridad sino de reconocimiento, otro no como enemigo o invasor, sino como diferencia/igualdad que no lacera ni castra, diferencia que defiende y no acepta ningún juicio que desdeñe lo que nuestra diferencia provoca, de ahí que vigorosa nuestra autora asume una posición a lo que se le ha dado por llamar literatura femenina como light, afirmando:
(…) Yo no siento que haya esa división en mi literatura. Pero hay críticos vagos que no tienen nada qué hacer, que andan buscando categorías; mira cómo han categorizado casi toda la literatura que se escribe por mujeres ahorita en Latinoamérica como literatura light, y han hecho esa categoría de la literatura femenina, pero es una configuración artificial y a la postre creo que los grandes críticos no ocupan esas categorías[14].

En otro momento categórica sostiene:

Mi literatura no es femenina, es una literatura donde la mujer es protagonista. Nadie diría que Hemingway escribe una literatura masculina. Mi literatura es la visión del mundo desde la perspectiva de la mujer. La discusión sobre los asuntos de género no nos compete a los escritores de literatura, para eso están los ensayos y todo eso. Lo que hacemos es cambiar el papel de la mujer. Es la mujer actuando[15].

Y como mujer actuando nos muestra otro texto de raíz feminista con una lejanía importante que su primera obra: Apogeo de 1997. Una diferencia importante con sus obras anteriores radica en que abre para mostrar su desnudez y ya no la figura de la heroína del amor, sino la vulnerabilidad que provoca apertura ante los cambios, se desdoble, agita y exhibe que el paso no es sencillo, un autoexilio a tierra forastera.
Amores excesivos Corazones como árboles o caravanas de camellos, me construyeron un largo sótano de tristezas. … Es así que por días dejo de ser la persona familiar en la que usualmente me acomodo y me convierto en la mujer que desgarra vestiduras tras su sombra[16].
De su obra, Belli afirma:

En este libro he querido celebrar el apogeo, el cenit, en la vida de las mujeres. Ese momento fundamental de la existencia donde la integridad y la belleza física, coexisten con la sabiduría y la madurez del intelecto... Mi estudio enfoca aquellos temas que expresan el feminismo en la obra. Entre ellos analizo el tema de la toma de conciencia feminista, el del descubrimiento de sí misma como mujer, (que conlleva a una proclamación feminista) el tema de la maternidad, y el tema de la edad pero relacionado con la menopausia entre otros[17].

El yo femenino tiene un proceso de trasformación importante. Va de una monolítica "Mujer" hasta otra más convincente, como decíamos, desnuda. Gracias a ello, nos permite transpirar en las contradicciones humanas, donde se trastoca y desenmascara el rígido modelo cultural femenino que algunas compañeras también pretendían sostener, el de la mujer todo lo puede, invencible, por una nueva voz poética que ha emergido desafiando al poder patriarcal de otras maneras.
Todavía podemos hablar de las escritoras como exploradoras y que -al contrario del hombre, que ve la sociedad con ciertos valores inamovibles- todavía se están replanteando cuáles son los parámetros. Allí, en ese tanteo, a veces el hombre se convierte en un monstruo. A mí no me gusta hacer eso. Tan afectado ha sido el hombre como la mujer por toda esta concepción patriarcal. Claro, el hombre pareciera ostentar el poder. Pero también ha perdido parte de su humanidad, se ha tenido que desintegrar[18].

En su poesía constante, cambiante, selvática y viva, Gioconda no es una monalisa de sonrisa estática, sino una mujer que exige cantando, exige gozando una reinterpretación anti hegemónica de la constitución de los sujetos y principalmente del sujeto mujer. Aprende a ser mujer, resignificándose, llenándose de múltiples contenidos capaces de reflejar novedosas prácticas de sí que nuestra revolución nos entregó; mujeres que no necesiten más ni amos, ni maridos, sino nuevos compañeros -como dice Florence Thomas -dispuestos a intentar reconciliarse con nosotras desde el reconocimiento imprescindible de la soledad y la necesidad imperiosa del amor[19]. Una necesidad/necedad gozosa e indispensable en la obra de Gioconda Bellí.
Vestidos de dinamita
Me tengo que ir a comprar las pinturas con las que me disfrazo todos los días para que nadie adivine que tengo los ojos chiquitos (como de ratón o de elefante). Estoy yéndome desde hace una hora pero me retiene el calor de mi cuarto y la soledad que, por esta vez, me está gustando y los libros que tengo desparramados en mi cama como hombres con los que me voy acostando, en una orgía de piernas y de brazos que me levantan el desgano de vivir y me arañan los pezones, el sexo, y me llenan de un semen especial hecho de letras que me fecundan y no quiero salir a la calle con la cara seria cuando quisiera reír a carcajadas sin ningún motivo en especial más que este sentirme preñada de palabras, en lucha contra la sociedad de consumo que me llama con sus escaparates llenos de cosas inalcanzables y a las que rechazo con todas mis hormonas femeninas cuando recuerdo las caras gastadas y tristes de las gentes en mi pueblo que deben haber amanecido hoy como amanecen siempre y como seguirán amaneciendo hasta que no nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles... con un fosforito en la mano[20].

EL AMOR Y EL EROTISMO LA FUENTE DE SU ARS POÉTICA

Sus tres primeros poemarios, Sobre la grama (1970), Línea de fuego (1978) y Truenos y arco iris (1982) mostraban un elemento en común, que era la conceptualización del amor de pareja como una metáfora multivalente que representaba la unidad socio-política y de género en oposición a la tiranía. Ese amor era "arma contra la opresión… el deseo dionisíaco que vence a la muerte, a la desesperación”[21]. Nuestra poeta no cae de modo irresistible –aunque guarda sus momentos de contradicción- al modelo o mito del amor romántico per sé, no ubica el sacrificio, ni el papel cenicienta, no anda en búsqueda de su andrógino, es decir, completar su naranja partida, no juega con la tradicionales cartas pasivas al camino coercitivo y paradigmático de institucionalizar sus emociones/afecciones a través del matrimonio y la familia plena, no es la princesa rescatada del cuento rosa para vivir una eterna historia feliz, donde ella sea la que cuide y aguarde alegremente mientras los otros construyen historia. No, con Gioconda en el amor también crea historia, historias, se forjan revoluciones.
Gioconda ama con el cuerpo, se entrega, reclama y se estremece, no da caricias a medias, se sabe vulnerable y abre su desnudez para fortalecerse. Como mujer empoderada ama con los cabellos en la mano, no acepta engaños, ella no engaña, quiere comunicarse, ella lo dice todo, ansia estremecer, ella se estremece.
Cuando ella habla de una sociedad nueva y la construye desde su cuerpo, también está hablando de nuevas relaciones de amor.
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
(…)
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

Es una felina que identifica su animalidad, su pulsión originaria y esta es la que ofrece en el amor, el cual no define, no sistematiza, no congela. El amor pasa por espacios diversos, no por el los mitos, encantamientos, el amor que congela o el la Eva rota, sino como rechazo de ser costilla que más bien parece Lilith, y donde siempre es cuerpo, renovación, compartir. Una comunicación que se vuelve ciclo vital, a veces languidez que extraña en los domingos, y otras tantas, perdición y gozo como nos confiesa en Todo sea por amor. Pero –insistimos- no es la mujer sacrificada, ni la Penélope que teje y se resigna, es la que por su madre y contra ella, le gusta ser. Una mujer que busca y no obedece y exige un hombre de los nuevos tiempos para crear camino.
Leámosla en un fragmento de Definiciones:

Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.
(…)
Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio
esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo,
tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo
Te amo

Otro ejemplo claro de su búsqueda y sacar el amor de los moldes que le heredan y que ella con su poesía reconstruye, es extender el concepto amoroso en Línea de fuego por ejemplo, donde incorpora la protesta y la ilusión del futuro. Nicaragua se hace protagonista, pero las imágenes que utiliza, la constituyen como algo vivo. Los poemas de amor a Nicaragua son poemas de amor de pareja, carnal y también social, no posesivos ni excluyentes.
Apela a todos los hombres y mujeres de su país, de Latinoamérica, del mundo.
REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A MUJERES
I
El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.
(…)
VI
El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.
VII
Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.
(…)
IX
El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.
(…)
XI
El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

Los poemas de amor están presentes en todos los ríos de palabras de Bellí, y no se circunscriben en palabras que abrazan el lugar común sólo del te amo, o el tu y yo, sino están insertas en la lucha política, en la Nicaragua insomne, en las otras mujeres que abraza, en el cuerpo, su ser mujer y su erotismo. Amor, cuerpo y erotismo es la triada que sostiene en su construcción de sujeto mujer/feminista, por lo que un elemento insoslayablemente nos coloca en el otro/a, fluye, se revuelve y como en sus novelas es siempre una mujer habitada.
Por ello transitemos al camino de su poesía erótica, la cual no confunde con el amor, pues no cae en la trampa patriarcal de encerrar el encuentro erótico a partir del amor, la protección y el príncipe azul superviviente que es como característicamente se ha instruido a las mujeres, sino rebasa todo sentido –colocando al cuerpo como móvil del deseo-, la resignificación del encuentro con el otro/a. Además la poesía erótica, también para nuestra autora, representa una parte de esta insurgencia necesaria que ha permitido a las mujeres ir conquistando espacios tradicionalmente relegados a los hombres. Por medio del erotismo, las mujeres pueden liberarse de alguna loma hacia el descubrimiento de su propio cuerpo y su más íntima sensibilidad[22].
Ella misma así lo señala: “(…) Empecé a escribir poesía erótica porque no tenía prejuicios ni tabúes con respecto al sexo, tuve la suerte de tener una madre muy sana que nunca me habló del sexo de una forma sucia o pecaminosa, al contrario siempre me lo planteó como una cosa hermosa y ser mujer me lo hizo sentir como un poder, no como una debilidad”[23].
Por tanto Bellí, habla del Cuerpo con la avidez abrevada y tranquila, y de su humedad cifrada, de sus selvas untuosas y sus vertientes, habla del erotismo, de la ciénaga viva como el pilar de la expresión y vida con/en el humano. Habla de la entrega radical, como la posibilidad de alcanzar “(…) al ser en lo más intimo, hasta el punto del desfallecimiento”.[24]
Quedará de nosotros
algo más que el gesto o la palabra:
Este deseo candente de libertad,
esta intoxicación,
¡se contagia[25]!

En su poética el cuerpo es el vínculo que se abre a la continuidad, a un estado de comunicación que sobrepasa los límites del yo, un ser obsceno que se perturba con la alteración de todos los territorios trazados; un ser que muere con y a partir del otro, un ser que refunda, renueva su historia a cada instante.
Tu cuerpo son todas las frutas.Te abrazo y corren las mandarinas;te beso y todas las uvas sueltanel vino oculto de su corazónsobre mi boca.Mi lengua siente en tus brazosel zumo dulce de las naranjasy en tus piernas el promegranateesconde sus semillas incitantes.Déjame que coseche los frutos de aguaque sudan en tus poros:Mi hombre de limones y duraznos,dame a beber fuentes de melocotones y bananosracimos de cerezas.Tu cuerpo es el paraíso perdidodel que nunca jamás ningún Diospodrá expulsarme
Y parece que Gioconda hubiese leído a la feminista francesa Hélene Cixous cuando ésta habla de la importancia de que las mujeres escriban sobre su cuerpo, ya que al hacerlo -dice- podrán liberar su inconsciente, silenciado durante tanto tiempo. Y en este camino Bellí no sólo habla de él, sino se lo apropia, se cuestiona y cuestiona a lxs otrxs, y por supuesto, no se arrepiente de nada:
No me arrepiento de nada
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
(….)
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.


Ella misma habla de cómo concibe el erotismo, como se desenvuelve cuerpo/deseo/goce además redefiniendo el amor, un amor no impuesto sino desde la refundación de su sujeto mujer:
Hubo, recuerdo, quienes se refirieron a mi poesía como poesía vaginal, o quienes se escandalizaron de que una mujer aludiera al cuerpo masculino como par de su deseo. Aunque desde mis primeros poemas tuve conciencia de que revelaba la sensualidad de mi impulso amoroso, el tránsito de la manifestación espiritual de mi amor de mujer a un lenguaje donde el cuerpo ocupaba el centro metafórico, me pareció no sólo natural, sino más acorde con el género que cambió la comodidad eterna por el olor y sabor de una lustrosa manzana. Me parecía incongruente que en una cultura donde se exaltaba a la mujer como objeto de deseo, se considerara impropio que ella deseara a su vez. Pasar de ser la que es mirada a ser la que mira fue para mí un acto de libertad necesario. Mantener la ficción de la pasividad femenina era negarle el erotismo al amor y continuar validando la mentirosa y masculina noción de que hay un cazador y una presa. El verdadero erotismo, a mi juicio, no podía existir más que a partir de dos sujetos interactuando. De allí que el salto que dí y que sólo tiempo después reconocí como mi mayor y más feliz transgresión fue el de situarme como sujeto de mi propio erotismo. Al dejar de aceptarme como objeto, escribí desde una posición de poder, ergo “masculina”, redefiniendo el amor y la sensualidad en mis términos de mujer. Creo que, más que participar en una revolución, esto es lo más revolucionario que he hecho en mi vida[26].

Sencillamente un humana que también se llama cuerpo y lo textualiza, cuenta su historia, no depende, sino como -mujer autónoma- se sabe goce, y en la entrega hacia el otro y con el otro, puede por un momento, disolver poder, reconfigurar el modo de significarse y de estar. Es una metáfora táctil, es una mujer que no se inhibe, propone.
Y este es un cambio importante en la poética erótica de Gioconda donde no objetualiza las relaciones como pretende el individualismo moderno, además posicionándose frente al dualismo cartesiano, donde prefiere a partir de su transgresión, de su cuerpo todo, posibilitar una transformación en el modo de participarse y de estar con el otro.

Ahora bien, ¿cómo es que es que con el cuerpo punto posible de encuentro y de articulación “(…) por el que puede pasar el hilo del relato o las metáforas de un poema”[27], se enlaza, comunica o conecta eróticamente con el otro? ¿Cómo es que este espacio abierto donde comparto la multiplicidad, esta cimiente de extensión puede desarrollarse con otro que me significa, y donde juntos, nos volvemos síntomas de tempestades, voces que se vuelven pieles, ojos que se plasman en expresiones que nos hablan, que nos callan?
Los seres humanos -dice Georges Bataille- vivimos solo a través del exceso, por ello, hemos de estar abiertos, abiertos a la vida, y a la muerte.
El erotismo es un cuerpo que se escamotea a la materialidad aunque parta de ella, o mejor, es un cuerpo que se recrea o un cuerpo sobre el que se construye la poesía. Es por ello algo concreto, algo tangible, pero a la vez es un cuerpo inexistente en su concreción para detentarse en la concreción de la palabra. Cuerpo-texto que destruye el cuerpo - carne pero que se monta en él para transformarlo, para sustituirlo. Por ello es delito, es más, es perverso.[28]

La noción de cuerpo puede abrazar otros linderos, que al parecer nuestra poeta a aprehendido, la noción de un cuerpo con huellas de persistencia, un goce que sobrepasa la experiencia y que marca el misterio del cuerpo que habla. Entiendo entonces, que el acto erótico puede hacernos trascender en el instante de la totalidad universal.
Entre tus piernas
el mar me muestra extraños arrecifes
rocas erguidas corales altaneros
contra mi gruta de caracolas concha nácar
tu molusco de sal persigue la corriente
el agua corta me inventa aletas
mar de la noche con lunas sumergidas
tu oleaje brusco de pulpo enardecido
acelera mis branquias los latidos de esponja
los caballos minúsculos flotando entre gemidos
enredados en largos pistilos de medusa.
Amor entre delfines
dando saltos te lanzas sobre mi flanco leve
te recibo sin ruido te miro entre burbujas
tu risa cerco con mi boca espuma
ligereza del agua oxigeno de tu vegetación de clorofila
la corona de luna abre espacio al océano
De océano los ojos plateados
fluye larga mirada final
y nos alzamos desde el cuerpo acuático
somos carne otra vez
una mujer y un hombre
entre las rocas.

Éxtasis, es embriaguez, desdoblamiento, vacío, cambio, delirio. Para Bataille, el éxtasis es la única salida del no saber, al fusionarse y desaparecer en el instante el sujeto y el objeto, lo que permanece es el no saber, la noche. Por ello la experiencia interior es la ampliación de las posibilidades humanas hasta su límite. El cuerpo desnudo será la dimensión emblemática de la cancelación de la identidad.
Y esta es parte de la experiencia interior de Gioconda:
Aspira suspira
muérete un poco
dulce lentamente muérete
agoniza contra la pupila extiende el goce
dobla el mástil hincha las velas
navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
- el mar como un vasto cristal azogado -
duérmete náufrago.

La desnudez revela al cuerpo en su fragilidad, colocado en esa inminencia del derrumbe de todas las barreras de sí. El cuerpo desnudo, indefenso, es el cuerpo en su capacidad de entrega radical, despojado de otra máscara que no sea su espera. Es un cuerpo sometido a la presencia del otro, pero este sometimiento es la raíz de la intensidad que hace posible la voluntad de trasgresión. Los sujetos entregados a la desnudez experimentan esa intensidad ante el resplandor de la finitud escenificado y celebrado en la presencia del otro, pero esta intensidad tiene algo de oscuro, de incierto, de muerte.
Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
navega loco en la juntura de los océanos
cruza las algas ármate de corales ulula gime
emerge con la rama de olivo llora socavando ternuras ocultas
desnuda miradas de asombro
despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
arquea las cejas abre ventanas de la nariz.

Para Bataille, pensar el erotismo es pensar en la colindancia del don extremo y el despojamiento de sí mismo; es hablar de la celebración de la vida como derrame de la voluntad de disgregación, como desbordamiento de la intensidad. El cuerpo es el fundamento, el destino último y la potencia de la lucidez. El cuerpo entonces, es desmoronamiento de los límites, lugar donde la trasgresión tiene el espacio concreto, herida abierta que no es nada, si el otro no me conforma, el otro que me constituye y que en el nudo carnal se hace partícipe de lo imposible.
Yo caliento tus noches
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere.

Y en efecto, la que quiere y además se rebasa, es la de mujer cuerpo ya no frente al goce, sino con el goce. Claramente se rebela ante el modelo univoco de "Mujer" ese que condena y reprime los placeres, sino se explaya, fantasea y celebra su poder erótico Poemas como "Mujer Irredenta," "No me arrepiento de nada," "La mujer se encuentra a sí misma" y "Declaración narcisista" son muestras de ello.
El cuerpo no reclama caricias. Se acomoda en la fuente interior. Las ciudades, los parques, las avenidas sombreadas del recuerdo o la imaginación. Por allá alguien toca una música melancólica, alborotando el placer de viejos estremecimientos. La presencia del corazón, los pulmones, el hígado, las piernas procura una cierta mansa felicidad. ¡Cuantos años para esto! Cuánto tiempo buscando lo que estaba tan cerca.

Cuantos años y cuantos siglos para que el goce se desatara, para que las mujeres se empoderaran y éste fuera parte de nuestros pasos, y para algunas, pilar de las propias revoluciones. Desde la óptica de la nicaragüense en la relación con nuestro propio cuerpo, las mujeres hemos desarrollado una especie de emocionalidad orgánica que nos permite una vivencia totalizante entre logos y eros.
Entré a la lucha política por extensión de esta rebelión personal –la mujer que se revela, se rebela, dijo José Coronel Urtecho- y porque en las tardes de mi niñez una mujer sentada frente a su tocador y absorbiendo la luz vespertina del pequeño jardín del traspatio de mi casa, conversaba largamente conmigo sobre las responsabilidades del amor. A mi madre le debo no sólo la vida, sino la comprensión intelectual de lo que significa estar viva. Su asociación ética del azar biológico que, en su interior de mujer fértil, me había escogido a mí entre cientos de posibles criaturas; y la responsabilidad que esta suerte de lotería de la existencia traía aparejada, me marcaron profundamente. Esta lectura –romántica y quizás grandielocuente de mi propia génesis- fue el sustento intuitivo que me convenció de que mi condición humana demandaba que lo lúdico se expresara en términos sociales en la búsqueda de la felicidad común. Del erotismo de la carne pasé al erotismo de la Patria. Me sumé como tantos otros jóvenes de mi generación a la lucha de Eros, contra el Thanatos que a diario se nos aparecía en su encarnación de general de ejércitos y sumo dictador. Matar la muerte fue nuestra alternativa. La lucha como se vivió en el proceso que acabó con la dictadura somocista, fue una hazaña de la imaginación que inspiró su propia épica. Para mí, la revolución constituyó un hecho erótico. El cuerpo del hombre y mi propio cuerpo se metamorfosearon en el cuerpo del país y los amores humanos y ciudadanos se confundieron en uno solo. Nicaragua se hizo mi amante mítico y la misión de contarla y cantarla me poseyó. Fue así que me enamoré de ella, me comprometí, escribí apologías, soñé con un matrimonio perpetuo y una vejez feliz y de lo único de todo eso que reniego ahora es de los despojos de mi familia política[29].

Es la hora del más alto erotismo. El placer es revolucionario y la revolución erótica comienza en la palabra, los actos, las decisiones que nos llevan a la autonomía y la esperanza creativa que mujeres como Gioconda Bellí han tomado como el pilar de sus reflexiones. ¿Qué falta para que las mujeres se gocen, se abran al camino de lo inexpugnable y lo inaprensible? Por lo pronto, una lectura de cómo ella dice su “hoja de vida” nos permite admirar la capacidad lúdica inagotable del ser humano y su participación urgente en la dialéctica de la historia, que es también nuestra historia, en la desnudez de la vida con miedos y sin ellos, con certezas y muchas afortunadas incertidumbres.
Es urgente que las mujeres no nos auto saboteemos, nos atemos a las viejas formulas de la vida patriarcal que nos invisibiliza y a la postre desaparece. ¿Qué es lo que pasaría si abolimos los condicionalismos y nos abrimos a un proceso de autonomía y empoderamiento del ser humano/mujer que decidamos construir? Probablemente muchas de las claves estén en el cuerpo, y otra vez en la revolución del placer; exploremos y permitamos que Gioconda Bellí nos acompañe en nuestra propia música de búsqueda.






BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
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Belli, Gioconda. Apogeo. Madrid: Visor, 1998.

---. El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra. Barcelona: Plaza y Janés, 2001.

---. Poesía Reunida. México: Editorial Diana, 1989.
---. “La poesía me sobrepasa”, Entrevista por Patricia Venti en (Heidelberg, Alemania, 1995) en http://www.letralia.com/152/entrevistas01.htm

---.DISCURSO DE INGRESO A LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA, en http://www.giocondabelli.com/conferencias/discurso%20ingreso%20RALE.htm

Garrido Lorena, 2005, «Storni, Mistral, Ibarbourou: encuentros en la creación de una poética feminista». Documentos Lingüísticos y Literarios 28: 34-39 www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=90
Grau-Lleveria, Elena. «La poesía erótica de Gioconda Belli: Tradición y alteración.» Afrodita en el trópico; erotismo y construcción del sujeto femenino en obras de autoras centroamericanas. 1999. 47-59

Glanz, Margo, “Poesía y erotismo” en Bataille Georges Lo imposible, Premia editores, México, 1989.
Iffland, James. Ensayos sobre la poesía revolucionaria de centroamérica. San José, Costa Rica: EDUCA, 1994.

Kearns, Sofía. Hacia una poética feminista latinoamericana: Ana María Rodas, María Mercedes Carranza y Gioconda Belli. Diss. University of Illinois at Urbana-Champaign, 1995.

Martínez Adelaida, FEMINISMO Y LITERATURA EN LATINOAMÉRICA en http://www.correodelsur.ch/Arte/literatura/literatura-y-feminismo.html

Palacios Conny en:
Gioconda Belli: La expresión del feminismo en Apogeo http://www.escritorasnicaragua.org/critica?idcritica=70

Ross Yazmín, GIOCONDA BELLI Y SUS PRESAGIOS Entre la nada y la utopía Extraído del semanario Brecha - Montevideo http://www.trovarelamerica.org/entrevista-desde-un-arcon-gioconda-belli-escritora-nicaraguense/

[1] Belli Gioconda, poema “cotidiano” del poemario Sobre la grama (1970-1974) en Poesía Reunida. México: Editorial Diana, 1989.
[2] A lo largo del presente trabajo siempre la palabra femenino aparece en cursivas, cuestionando así a la palabra en sí misma que contiene implicaciones y roles ideológicos que se encuentran en permanente discusión.
[3] Existe una literatura de mujeres o es simplemente literatura? Es absurda la separación entre literatura y literatura de mujeres. Sería como decir que la otra literatura escrita por los hombres es masculina. Es claro que existe un lenguaje masculino y otro femenino porque cada uno escribe como lo que es, y si soy una mujer hablo como mujer, hay un lenguaje particular que pertenece a la mitad del género humano. Pero hacer la separación entre literatura y literatura de mujeres es peyorativo, es como decir que nosotras las mujeres tenemos una cabeza y somos capaces de pensar, de ver con ojos propios el mundo. En Belli Gioconda, “La poesía me sobrepasa”, Entrevista por Patricia Venti en (Heidelberg, Alemania, 1995) en http://www.letralia.com/152/entrevistas01.htm
[4] Garrido Lorena, 2005, «Storni, Mistral, Ibarbourou: encuentros en la creación de una poética feminista». Documentos Lingüísticos y Literarios 28: 34-39 www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=90
[5] Desde mediados de los años setenta hasta nuestros días, esta autora ha publicado seis libros de poemas -Sobre la grama (1974), Línea de fuego (1978), Truenos y arcoiris (1982), De la costilla de Eva (1987), El ojo de la mujer (1991), Apogeo (1997)- y tres novelas -La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990) y Waslala (1996)-, obras con las que ha obtenido una excelente acogida por parte de público y de crítica.

[6]Belli, Gioconda. Apogeo. Madrid: Visor, 1998, 101-2
[7] ---. Poesía Reunida. México, op; cit.
[8] Belli Gioconda, “La poesía me sobrepasa”, Entrevista por Patricia Venti en (Heidelberg, Alemania, 1995) en http://www.letralia.com/152/entrevistas01.htm
[9] Belli Gioconda, Poesía Reunida, op, cit.
[10] Martínez Adelaida, FEMINISMO Y LITERATURA EN LATINOAMÉRICA en http://www.correodelsur.ch/Arte/literatura/literatura-y-feminismo.html
[11] ENTREVISTA A GIOCONDA BELLI, El arte y los artistas En http://www.mundoforo.com/archivo/mensajes/7610/candombeando/el-arte-y-los-artistas-entrevista-a-g-belli.html
[12] Entiéndase el feminismo de Gioconda Bellí como uno de los tantos modos de acceder y construir el discurso feminista, ubicado teóricamente en el feminismo de la igualdad, con todas las polémicas que con lleva desde la óptica del feminismo de la diferencia o el anarkofeminismo por sólo citar algunos ejemplos.
[13] Bellí Gioconda, Poesía Reunida, op, cit.
[14] http://www.casamerica.es/casa-de-america-virtual/literatura/articulos-y-noticias/gioconda-belli
[15] Ross Yazmín, GIOCONDA BELLI Y SUS PRESAGIOS Entre la nada y la utopía Extraído del semanario Brecha - Montevideo http://www.trovarelamerica.org/entrevista-desde-un-arcon-gioconda-belli-escritora-nicaraguense/
[16] Belli, Gioconda. Apogeo. Madrid: Visor, 1998, op, cit.
[17] Palacios Conny en:
Gioconda Belli: La expresión del feminismo en Apogeo http://www.escritorasnicaragua.org/critica?idcritica=70
[18] Ross Yasmín GIOCONDA BELLI Y SUS PRESAGIOS, op. Cit.
[19] Soy feminista Florence Thomas, Cofundadora del grupo Mujer y Sociedad
[20] en: http://www.laneta.apc.org/cidhal/suple/sembla.html
[21] Grau-Lleveria, Elena. «La poesía erótica de Gioconda Belli: Tradición y alteración.» Afrodita en el trópico; erotismo y construcción del sujeto femenino en obras de autoras centroamericanas. 1999, p, 51.
[22] CAMPELL BARR SHIRLEY, La mujer en la poesía latinoamericana: De musas a Feministas
[23] Belli Gioconda, “La poesía me sobrepasa”, Entrevista por Patricia Venti en (Heidelberg, Alemania, 1995) en http://www.letralia.com/152/entrevistas01.htm
[24] Bataille Georges, El erotismo, Tusquets, México, 1997, p. 22.
[25] Gioconda Belli. Línea de fuego (1974-1978) ,poema: QUEDARÁ DE NOSOTROS

[26] Bellí, Gioconda, DISCURSO DE INGRESO A LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA, en http://www.giocondabelli.com/conferencias/discurso%20ingreso%20RALE.htm
[27] Bataille Georges, El erotismo, op, cit.
[28] Glanz Margo, “Poesía y erotismo” en Bataille George Lo imposible, Premia editores, México, 1989.
[29] Bellí, Gioconda, DISCURSO DE INGRESO A LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA, op, cit.

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