domingo, 17 de octubre de 2010

LA NECEDAD DE UNA PROTESTA POLIAMOROSA

LA NECEDAD DE UNA PROTESTA POLIAMOROSA

DIANA MARINA NERI ARRIAGA.


Hoy tuve un encuentro inesperado y sin pensarlo altamente poliamoroso. No, no… el camino no tiene que ver con historias de amores, acuerdos y transgresiones. Tiene que ver con el enojo sobre el final de una novela. La historia es:

Me siento agripada, cansada de más de 60 horas de trabajo esta semana, estupefacta por saber “la pequeña muertita que llevo cargando”, con un diplomado incumplido, además de extrañar sus caireles, estar preocupada por las cuentas que ahogan, lo sucedido incesantemente en San Juan Copala, comprendiendo los ciclos lunares y la bruja que se me asoma, la abstemia de chupadas pero no de abrazos y los mil etcéteras dispersos, cuando transitando por la feria del libro en la ciudad de México veo el cartel: “El periodismo literario en la voz de Almudena Grandes” . En ese momento hasta el hambre se absorbió y sólo atine en pensar “tengo que decírselo, tengo que hablarle del robo de utopías”.

Fue cuando busqué una butaca entre los anonimatos de la ciudad y con moquitos y pluma en mano, presurosa anote sus verbos, la anécdota de Vázquez Monteaban y la relación fotogénica entre la literatura y la política, los premios que cambian la vida, la necesidad abrumadora de escribir desde lo más sencillo que resulta por supuesto, lo más complejo. Y así, la escuché y escuché. La miré e imagine cómo sería su vida fuera de micrófonos, sin lulús eróticas o Malenas empoderadas, sin novelas largas de Atlas ni geografías, en fin… pensé en sus caderas amplias educando a su hija, escuche nuevos sorbos de palabra y quería asomarme por la misma ventana donde ella ve el mercado y quise con frenesí convidarle la pera de la que aún sigo teniendo antojo.

Luego llegó la luna loca e Isra con nuevas sonrisas y colmos de gripes. Me sentí contenta. Que manjar es este asunto de lo instantáneo y los pequeños huecos lúdicos del olvido. Ahhh, pero un recoveco de memoria se asomo y apuntó: “Háblale del robo de utopías” y así fue.

Pase un tragote amargo (muero de pena al hablar en público), tome el micrófono y más o menos dije: Almudena, quiero hablarte de otras esferas de la política que es lo personal y quiero también decirte lo enojada que aún estoy por el final de Castillos de Cartón. ¿Por qué nos presentas una historia de amor libre donde me veo, me leo y me da fuerza para agarrar al mundo y después cómo carajo al final sencillamente le das carpetazo a la utopía? ¿Qué, son imposibles las posibilidades de amor compartido? ¿Qué pasa Almudena? No quiero la muerte de Marcos, ni la nostalgia eterna de María ¿Por qué Jaime nos muestra una vez más el desasosiego de la condición humana, porqué?

Y la muy hermosa se río y dijo que le daba mucho gusto que estuviese enojada, que la novela se jugaba entre el arte, el poder, amor y sexo. Y que el problema es el arte. Que la novela tiene un equilibrio muy precario y que el arte provoca el derrumbe. ¿Cómo sostener a un pintor brillante pero mediocre amante y viceversa? No es moralina, ni vieja usanza victoriana, es el espejo del exceso de los jóvenes españoles en los ochentas que se atreven y rompen. Pero no es el amor… ese sí es posible y puede ser entre dos, tres, ¡¡¡los que sean coño!! Pero el problema es el arte.

Esa fue su respuesta y después los ecos compartidos del aplauso mientras más manos eufóricas se levantaban. En fin… Ni la utopía se puso nuevo traje, ni se me ha quitado la gripe y sí, ya aumento el trabajo. Por lo pronto, hoy estoy enojada con el arte… tan vasta pero tan demoledora de novelas.

Y aunque diga Flaubert: “Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz” Hoy gracias a esta falacia, le podré unos calentadores más grandes a la señora utopía.

1 comentario:

Lenina dijo...

No he leido el libro, me ha dado curiosidad de leerlo, he visto que tambien se ha hecho pelicula.
Aún así entiendo el final que propone, de hecho me parece más lógico que el típico final feliz al que nos quieren acostumbrar en el cine comercial. Porque es el reflejo de una situación que podría ser real, y es más importante para uno mismo que te muestren un final negativo, para que tú puedas buscar en tu situación algo positivo para ti. No pretender que alguien imite, que simplemente considere verdaderas unas ideas sin cuestionarlas, es mejor que nazcan de uno mismo, elegir cada uno su felicidad. Y eso conlleva riesgos, probablemente desilusiones, pero es nuestro camino y sólo nosotros debemos elegirlo

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