La desesperación de una madre
Mi
madre no me amamantó. Y ella
habla
de horror
Mi
primer rechazo
la jugarreta de un
molusco
que quiere regresar a
la mamada del cordón
Comprendo
entonces
las
zanjas de hielo
la
brasa de viento que me otorga
la
palabra sucia
y su
saliva
siempre
empapelada.
Por eso
ahora
para no
perecer en alguna tierna desesperación
busco
tetas
recurro
a las henchidas turbulencias
a sus
dulces de leche
o sus
pepitas de nuez
Tetas
gozosas
que
retozan en mi rostro
que se
acomodan en mi ombligo
o se
ofrendan a mis tetas
en un buen apretón
Tetas
mías vuestras
de
otras mujeres que aún amamantadas
quieren
el calostro de mi vulva
o la tierra de mis
ojos
o la asimetría de mis
pezones sudados de amaranto
La
erección permanente de tetas vivas
que hoy le dicen a su
madre
gracias
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