Las ganas de contar 10 breves anécdotas
de 10 breves años de una breve relación amorosa.
1) Nuestra
primera visita a la playa. Nos embargaba una emoción del primer compartir en un
espacio donde en particular para él significaba su abrazo a la playa. Pero esa
isla de pájaros fue desbordada por una parvada, que digo, una marabunta de
moscos sangrientos que nos atacaron sin cesar, la noche romántica fue de
hinchazón y me puso un ánimo poco lindo para el compartir, como nos reímos al día
siguiente cuando a la hora de hacer “bucitos” la única habilidad que mostré fue
el desparpajo de mis “nalguitas” que no se hundían. Horas de risa, muchos
besos.
2) Es
maravilloso que cuando conoces a una persona, ésta se ponga a platicar toda la
noche con tu pareja de ese momento y al amanecer estén cogiendo los tres.
3) Aún
recuerdo esos ojos penetrantes, nítidos y amorosos que cuidaban mi sueño, que hacían
vigía a la construcción de nuestro instante. Después tú pluma en tus cuadernos
arrugados, después el poeta en el que te convertiste.
4) Lo
“chispa” de grabar juntos nuestro primer porno, preparar el escenario, las interpretaciones
y diéramos rienda suelta a las posiciones y desbordes, para que a la mera hora,
nunca pudiéramos ver los resultados, dado que lo grabamos en una cámara de
video que regresamos casi de inmediato sin poder cambiar el formato para poder
disfrutarla.
5) El
dolor cuando falleció tu padre. el humano en el que te convertiste después. Las
horas en el hospital, nuestro acompañamiento en los momentos más difíciles de
la vida. Y la visita de ella de quien seguías tan enamorado y que en ese
momento cuando íbamos ambas a un lado de ti rumbo a tú casa lo triste pero lo
nervioso que estabas por la situación, definitivamente si las circunstancias
hubieran sido distintas hubiese sido a un hotel y no a tú casa donde nos hubiéramos
dirigido.
6) Cuando
en aquel restaurante hicimos el juego de las verdades y entre tantas ideas intensas
y puestas de emociones sobre la mesa, destaco tu fuerte molestia: “mis uñas
medio pintadas” Moríamos de risa, nos abrazamos tan fuerte.
7) El
día en que sellamos nuestra “trieja”. Primero los interminables diálogos de
encuentro y no, horas de acuerdos, desazones pero una fuerza de impulso compartida
que dio vuelco en aquel lugar, el nervio de esa primera vez, sus cuerpos, sus
movimientos, nuestras miradas, fabulosa complicidad. La primera de cientos de
sabanas en –cama grande- compartida.
8) Aquella ocasión en que me acompañaste a la clínica del ISSSTE y en las horas de espera me
pedías “nombres” a lo que vivíamos, pero sí bien sabias que desde que te conocí
de modo hosco, abrupto y poco romántico ya había comenzado a amarte ¿pensabas
que compartir tus fotos tan significativas en la segunda cita no tenían frutos
encarnados en mi sentir amoroso? Propuse un volado, que gran torpeza emocional,
ambos sabemos lo que siguió.
9) La
primera vez que fui a verte jugar. No conocía de la estrategia y estaba llena
de absurdos prejuicios, pero cuando mire tu posición, el manejo con el balón,
pero sobre todo cuando te vi con tus compañeros con el respeto que le tenían a
la pantera, entendí que quería que esa pantera estuviese muy presente en mi
vida, pero aún más, esa intensa cofradía de equipo me permitió admirar y
respetar tu trabajo, tu mundo, y que la conjugación se sellaba en miradas
poderosas, sonrisas y abrazos que aún están presentes en la memoria persistente
que me acompaña.
10) Nuestra
amistad. Pensé que seríamos “viejitos juntos”, ¿te acuerdas de las bromas al
respecto? pensé que independientemente del discurso amoroso, las historias
compartidas, la fortaleza de los días, nuestra amistad estaría siempre vigente,
y siempre nos acompañaría ante la tormenta y los días de “bomita” como decías. Fue
así durante casi diez años, y aún con todos los vaivenes de esa historia que solo tú y yo conocemos,
pero no fue así, por lo menos no ahora.
Tengo mucho más que decir, pero
otra vez el silencio. Gracias compañero. Lo demás es
historia.
1 comentario:
Me recordaste esto https://www.youtube.com/watch?v=nvbJRaGX_X4
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